Diplomacia, opinión y estupidez sobre la conducta de dos hombres.

Mientras periodistas, analistas y diplomáticos debatían y se ofendían por las declaraciones del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, acerca de una posible invasión militar de varios países contra Venezuela, en el otro extremo del mundo, el dictador Nicolás Maduro, comía en uno de los restaurantes más caros del planeta, fumaba habanos cubanos y exhibía un reloj valorado en más de 100 mil dólares, todo esto ante la mirada atónita en las redes sociales de millones de venezolanos que sufren penurias para tan solo conseguir y pagar un kilo de carne. 

 

Ojo Global Noticias.

 

Por: Marcia Hernández.

 

Lo primero que debemos decir es que el famoso Grupo de Lima parece que sufre una apoplejía moral, 14 Gobiernos que conforman esta organización diplomática, expresaron  su “preocupación y rechazo ante cualquier curso de acción o declaración que implique una intervención militar en Venezuela”, según un comunicado conjunto suscrito por Argentina, Brasil, Costa Rica, Chile, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía, pero Colombia no lo firmó alegando (con toda razón), que esa declaración no aportaba nada a la crisis del éxodo venezolano, palabras más, palabras menos,  para el ciudadano común que emigra con lo poco que tiene,  la diplomacia es inútil y se ahoga otra vez en un mar de ideologías antiguas que sirven solo de venda para los ojos.

 

Lo integrantes del «grupito» parece que ignoraran completamente quienes son los malos de la película y de lo que son capaces de hacer. El pueblo venezolano es quien sufre las calamidades provocada por una dictadura cruel, indolente y hasta» burlista», a ese venezolano que esta caminando en Rumichaca, entre la frontera de Colombia y Ecuador, no le interesa comunicados, ni que le lean escritos que se entienden como si fueran un cuadrado, esa persona lo que quiere son soluciones, y al no tener esto, no es paradójico que 80% de los que sufren bajo el yugo de los «chavistas» quieran una intervención militar.

 

El Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro fue de visita a la ciudad de Cúcuta en Colombia, allí fue testigo en primera persona de la crisis humanitaria desbordada que sufre el pueblo venezolano, habló con varias personas sobre el sufrimiento que se ha convertido vivir en su país, dio dinero de su bolsillo a varias mujeres con niños en brazos que no habían comida nada en todo el día, y hasta protagonizó un momento emotivo cuando sostuvo a un señor en sus brazos, quién le suplicaba que «no dejara de ayudar a Venezuela».

 

 

 

Indignado por la situación, Almagro declaró en el lugar de los hechos, que la única manera de resolver la grave situación era con la caída de la dictadura de Maduro, y lo más importante, al ver el drama de las personas en la frontera que no tenían ni que comer, el diplomático agregó muy conmovido que «todas las opciones debían permanecer abiertas, inclusive la militar».

 

Esto encendió las alarmas de varios gobiernos de la región, quienes emitieron declaraciones «necias» prácticamente regañando a Almagro y olvidándose que el hombre ante cualquier cosa es un ser humano, y como tal reaccionó al ver que no hay salida en el horizonte contra la cruel dictadura madurista, pese a sus esfuerzos «sobre humanos» para que, de una vez por todas termine el sufrimiento de millones de venezolanos dentro y fuera de su país.

 

Roger Noriega, experto invitado en el American Enterprise Institute, consideró que los comentarios de Almagro hacen más factible un debate regional “serio” que aborde “si miembros honestos de los cuerpos de seguridad en Venezuela deben rescatar a su país y si la comunidad internacional debe intervenir para proteger vidas”.

 

Un ejemplo claro de que una hipotética actuación militar en Venezuela ha ganado espacio es el intercambio que el secretario general de la OEA sostuvo el lunes en Twitter con José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch.

 

Vivanco publicó que “el derecho internacional solo permite uso de la fuerza en casos similares a un genocidio, lo cual no ocurre ahora en Venezuela (aunque la situación es gravísima)”.

 

Almagro le respondió que “en efecto, la responsabilidad de proteger consiste en evitar que suceda. No debemos esperar a que Venezuela sea Ruanda, hay que evitar que sea Ruanda. Y ya son millones las personas asesinadas, torturadas, desplazadas en Venezuela. La responsabilidad de proteger no es contar muertos”.

 

Vivanco le contestó que “para uso de la fuerza se exige un escenario diferente que no existe en Venezuela”.

 

Entonces, según lo que leemos ¿quién esta equivocado?, lo que puedo entender es que el señor Vivanco le pide a los venezolanos que mueran en grandes cantidades para que otro país o países hagan algo en favor de proteger las vidas de los que sobrevivan, la lógica de «Apocalipsis».

 

En ese sentido se le olvidó al señor Vivanco ,que Maduro niega la entrada de ayuda humanitaria que tanto se necesita, en Venezuela 30% de los niños sufren de desnutrición severa y según la organización Caritas, de seguir está situación, más de la mitad de ese 30%, morirá en los próximos meses.

 

Hay que recordarle también al señor Vivanco, que entre el 2014 y 2017, el régimen de Maduro asesinó a más de 400 jóvenes que participaban en protestas callejeras contra la permanencia del chavismo en el poder, ha torturado a 2624 personas y ha encarcelado por razones políticas a 127 opositores sin tener el derecho a un juicio, el crimen: pedir elecciones justas.

 

Maduro niega las medicinas , comida, y hasta servicio eléctrico a ciudades opositoras, los ancianos pensionados han sido reducidos a dormir en las calles, a las afueras de los bancos para poder cobrar su pensión, y hace unos días, un hombre de 64 años murió de un infarto en la cola mientras esperaba su turno para lograr tener un poco dinero para comer.

 

Mientras esta tormenta de comentarios tenía lugar de este lado del mundo, en el otro extremo estaba Nicolas Maduro, dándose la vida de un Burgués que nunca ha trabajado, exhibiendo lujos no ganados, fumando habanos cubanos comprados con el dinero publico, en un sitio netamente capitalista,  este acto de burla fue en el restaurante de Salt Bae, un famoso chef en Estambul , Turquía. Un venezolano promedio tendría que trabajar mínimo cinco años sin gastar nada, para darse un banquete en ese lugar.

 

 

 

El dictador venezolano, se le veía tranquilo y sin preocupaciones, «deja que tus enemigos se maten, para enfrentar a los que queden». El debate estéril de periodistas, políticos de izquierda y analistas diplomáticos  sobre la posible intervención  en Venezuela ha servido para que el régimen de Caracas disfrute de sus crímenes y robos durante las últimas semanas sin consecuencias, ni preocupaciones.

 

A todos los que se indignaron con la palabras de Almagro, hay que recordarles que Venezuela esta invadida desde hace años, por Cubanos, Iraníes, grupos irregulares como Las FARC y chinos, gracias al aparato represivo montado por Maduro y el finado Hugo Chávez.

 

Desviar la atención sobre le verdadero problema de Venezuela y caer en la discusión infantil de la solución de fuerza, solo favorece a Maduro y empeora la situación del venezolano de a pie, lo quieran o no estás naciones «pacifistas», la intervención será necesaria para colocar orden en el caos desatado por la revolución bolivariana.

 

Solo espero ver al señor Vivanco, opositores y presidentes, reclamar en su twitter al dictador  y preguntarle por qué el come en lugares lujosos en otros países, cuándo su pueblo se muere de  hambre, pero como venezolana que vive en Caracas , (no estoy exiliada) y veo como la personas se alimentan en la calle, buscando en la basura que comer, prefiero  quedarme con las palabras de  Almagro y su conducta y no con diplomáticos permisivos que no ayudan en nada con sus comunicados,  para la próxima vez, cuando el Grupo de Lima quiera suscribir una declaración, mejor que llamen a José Luis Rodriguez Zapatero.

 

Al señor Luis Almagro, mi reconocimiento y agradecimiento por su lucha en favor de lograr la libertad de mi país y a los gobiernos de la región, les digo !hablemos de lo que tenemos que hablar y dejemos la estupidez por favor!

 

 

 

 

Marcia Hernández es periodista graduada en la Universidad Central de Venezuela con un pots grado en derecho internacional y una maestría en Medios Digitales.

 

 

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